¿Por qué la Mesa de Escritores de la Araucanía asumió la denominación de Juan Pablo Ampuero?

¿Por qué la Mesa de Escritores de la Araucanía asumió la denominación de Juan Pablo Ampuero?

"Para las personas de nuestro Temuco que tienen mayor o menor proximidad al quehacer literario, la respuesta resulta obvia; porque es de toda justicia luchar por la pervivencia de una figura prócer del siempre arduo mundo de las letras."

Rafael Storni


miércoles, 29 de septiembre de 2010

Julio Petrón en Tiempo21

martes, 21 de septiembre de 2010

Ciclo de lecturas: Juan Huenuan, Cristian Cayupan.








Selva Mora presentará el próximo día 29 de septiembre a los poetas Cristian Cayupan y Juan Huenuan.

La presencia de Juan Huenuan en internet es abundante (vean ejemplos aquí, aquí o aquí) pero la poesía de Cristian Cayupan es de más difícil acceso. Proponemos aquí tres poemas suyos:


LA PATRIA DE LAS PIEDRAS

Voy caminando piedras
por la orilla del mar
mas la sombra de mis huellas
me tropieza los pasos,
hipnotizado por el hechizo de las olas
que parpadean incansables
voy recogiendo mis huellas desangradas.
Alguien mira sin haber presencia de ojos
y en esa intachable soledad
la luna en el agua es un reflejo, mientras
me va caminando los pasos por donde hago sendero
en la lejana patria de las piedras
donde siempre descubro
que tus ojos en los míos son apenas un sutil destello.



JOVENCITA


Jovencita, su solterez
aromatiza todo el callejón
dejando una procesión de hipnotizados,
y los largos días de ausencia
que estuvo a mi lado
se marchan silentes,
como una barricada de fragancia
corrías por mis arterias
desnuda, como las sombras de las nubes
limpia, entre los mortales
y cotizada por los ciudadanos.

Su solterez, jovencita,
me preocupa su solterez
que esté inquieta de ausencias
que esté enajenada de luz
y virgen de amor alguno.



HACIENDO PATRIA

Hay de quienes nacen olvidados
ejercen una vida de plegarias
y visten los sádicos atuendos de la oscuridad.

Se sabe de quienes nacen sin nombres
también cargan los golpes de la humanidad
y hacen patria en el olvido.

Como todos ellos, somos militantes de la vida
honrados partidarios de la hermandad
y en harapos, zurcimos los estandartes de la dignidad.



Cristian Cayupan, Reprimida ausencia, 2009.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Dos ciudades en la distancia hermanas

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Nuestras ciudades vienen con nosotros. Blas de Otero, acaso el mejor poeta de Bilbao, la veía en las aguas del Volga y en el mar de China, a donde fue a orientarse. Jorge Teillier se dio cuenta en Madrid de que “hay que viajar para no viajar”. Uno no puede evitar ver su territorio allá donde va, como tampoco puede desprenderse de sus ojos, que ven con la memoria. Y es por eso que encuentra parecidos, o tal vez sería mejor decir apariciones; sí: su ciudad se le aparece en la otra ciudad, como cuando cree cruzarse a su amor por la calle, y por un momento el engaño le enciende, hasta que descubre que la semejanza era sólo un espejismo. Pero si algo desde que el tiempo es tiempo –es decir, desde que está habitado– ha desencadenado la memoria del poeta, eso es la lluvia. La lluvia borra los límites, difumina los contornos, dibuja y desdibuja con su spray. Y así, cuando llueve, no llueve ahora, llueve siempre; no llueve aquí, llueve lejos. La lluvia tiende un hilo transparente entre territorios que se recuerdan.

En Bilbao, como en Temuco, llueve, llueve, llueve. Y si para Neruda la lluvia es el personaje más importante de su infancia, Blas de Otero ve cómo “llueve en cursiva” y, sobre todo, “llueve de memoria”. La llovizna diluye los lindes e iguala las ciudades, como dos gotas de lluvia. En el centro de Bilbao hay una araucaria con un busto de Alonso de Ercilla, poeta de ascendencia vasca, bajo el cual se lee: "Euskaldunok Txileri - Los vascos a Chile". Llueve tiempo sobre el poeta, en el centro de Bilbao, en el corazón de la Araucanía. Un Ercilla admirado de gotas paralelas. “No las damas, amor, no gentilezas de caballeros canto enamorados”, verbo aguerrido en medio de la lluvia, del barro –“barrizales del alma niña, y tierna, y destrozada”–. Vivifica la lluvia el alma de la tierra y respira y canta el mapuzugun y el corazón antiguo del euskera. Los árboles de Temuco y Bilbao, las profundas raíces bien fincadas, respirando los cerros al final de la calle y abriendo los ojos de las hojas, aún hablan la lengua de la tierra. Sigue lloviendo y Ercilla tiene los ojos abiertos, en los que brillan oscuras lágrimas. El futuro, el pasado, Temuco y Bilbao se confunden en la lluvia, el corazón es una casa de cuatro piezas, del corazón de Ercilla mana sangre verde.


Javier Aguirre O.
Mesa Juan Pablo Ampuero

Escritores de la montaña en Curacautín


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jueves, 16 de septiembre de 2010

Jaime Medina sobre poesía lárica en Tiempo21




Poesía Lárica

Hablar de poesía lárica es indagar cómo se gesta este movimiento poético en la literatura chilena. Los elementos que evocan el lar son la tradición y la historia que ligan al ser a ese “realismo secreto” presente en la memoria.

Neruda, en Canto General, escribe un poema a Juvencio Valle donde resalta:

“Juvencio nadie sabe como tú y yo el secreto
del bosque de Boroa: nadie
conoce ciertos senderos de tierra enrojecida
sobre los que despierta la luz de avellano.
Cuando la gente no nos oye no sabe
que escuchamos llover sobre árboles y techos
de zinc, y que aún amamos a la telegrafista”.

Esta poesía surge como una respuesta a un ser cautivado por lo foráneo, en su aceptación y valoración de la influencia externa se desarraiga de su realidad como identidad y sobrevalora toda influencia externa como modelo de vida y sociedad.
Es esta alienación poética, la que desplaza a las tradiciones e identidad como parte de la herencia acunada en el lar. La gran urbanización con su modernidad y tecnología va sepultando los lugares, leyendas e historias y hace del ser humano un ser carente de sus raíces.

Jorge Teillier, el poeta que se define como “Guardián del mito” nos señala:

"Sabías que las ciudades son accidentes
Que no prevalecerán frente a los árboles
Que la poesía no se pregona en las plazas
Ni se va ha vender a los mercados a la moda”

Teillier plantea un tiempo de arraigo, de mantener ese espacio inmemorial donde las palabras, objetos, personajes y mitos, permiten mantener la memoria.
Se resalta la edad del oro, pues allí se acunaron las leyendas e historias.

Rolando Cárdenas en su poema Búsqueda señala:

“A veces es bueno abandonarse al propio olvido
Como si el saber sonreír fuera una fruta.
Ir por las calles perfectamente solo,
Sin más compañía que nuestra cotidiana tristeza y nuestros pasos,
Amando una vez más la sencillez del aire
de la manera como se recuerda la infancia,
o ese otro tiempo pulverizado
Cuando se buscaban las primeras estrellas en las charcas”…

A modo de síntesis afirmaré que la poesía lárica no es sólo nostalgia, es una forma de resistencia ante una abismante globalización que despoja al ser de su esencia pueblerina y provinciana.

Jaime Medina Cárdenas
Mesa Literaria IX Región





Poema que Neruda dedicó a Juvencio Valle:




Jaime Medina dedica la columna cultural de la edición 91 del semanario Tiempo21 a la poesía lárica. En sintonía con el editorial del periódico, que avisa sobre los peligros de la globalización que puede hacer olvidar las propias raíces identitarias y dejarse cegar por las luces de neón de "lo foráneo" -que no está, al cabo, en ninguna parte- la poesía lárica defiende el territorio secreto del "mudo corazón del bosque", la savia silenciosa de los árboles ((están llenos de saviduría)), que se hermana naturalmente con la sangre del poeta. No es de extrañar que este guardián de lo duradero escriba con su oído pegado a la tierra y escuche solamente, entre las voces, una.

Es de destacar cómo Jaime rescata dos términos a menudo usados despectivamente: "pueblerina" y "provinciana", para reivindicarlos, sin complejos, como positivos. La poesía no transita por las autopistas, sino por las lentas sendas del camino antiguo.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Juan José Irarrazabal en portada de Tiempo21




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Lectura del 1 de septiembre en Tiempo21




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Ciclo de lecturas literarias. 1 de septiembre.



Sorpréndete y acude a la lectura literaria! Te sorprenderá!

Ciclo de lecturas literarias
Sala C401 Edificio C Campus S. Francisco U Católica de Temuco
Miércoles 1 septiembre: 18h
Modera: Segundo Antares;
Expositores: Orlando Pacheco, Elena Muñoz, Selva Mora, Jaime Medina, Javier Aguirre






Los primeros sorprendidos fuimos nosotros al ver que la sala acabó casi llena. Treinta personas en un recital de poesía no deja de ser (43 contó un contador no sólo de cuentos). Todavía recuerdo una lectura de Ángel González en la Biblioteca de Bidebarrieta, en Bilbao, al que no creo que asistiéramos más de 7 personas. Y era Ángel González. Y leía en un blog que Baudelaire acabó un recital en Bélgica con un solo espectador. Afortunadamente nuestra minoría no lo fue tanto, nos pareció inmensa. (¿Habrá algún menso que siga dedicando sus poemas a la mensa minoría, o a la mensa mayoría? Yo me quedo con la minoría mayoritaria.)

Moderaba Segundo Antares, genio del ingenio de lo breve, y a decir de alguno no pudo contenerse y acortó la reunión. Tenemos que darle la razón, con la gracia de Gracián, lo bueno, si breve... más vale que falte, que no que sobre, para que no zozobre. Así que no hubo tiempo para cansar. Lo malo de terminar a la hora es que los que llegaban un poco tarde no llegaron. El avión de papel ya había despegado.

Estaba previsto que recitara también Selva Mora, pero no pudo estar. Jaime Medina sí alcanzó a compartir algunos de sus tremendos versos. Lo más impactante de su poesía son también sus poemas breves, como el inolvidable:

Estado de sitio

Era tal mi estado
que no recuerdo el sitio

o el vallejiano "Tugar tugar salir a buscar", dedicado a un niño detenido desaparecido -recuerdo de memoria, dice algo así:

De pequeño cantabas
"Tugar tugar salir a buscar"

Hasta encontrarlos
¡seguiremos buscando!

Orlando Muñoz, las palabras y las cosas.

La brevedad (aunque no tan mínima) y la sencillez son también señas de identidad de la poesía de Orlando Pacheco, otro de los poetas protagonistas del recital. No recuerdo ningún poema suyo de memoria, quizá porque su poesía da más importancia a la realidad que a las formas, y su palabra aparece cargada de paisaje y de experiencia, y de este modo se hace más que nunca mensajera. Acaso esta poesía más humilde está más cerca del corazón de la poesía, porque, tal y como dijo alguien, todo es poesía menos la poesía. Poesía delgada, cuyos versos caen como gotas de lluvia -acaso lágrimas- que contienen la visión del poeta, una realidad que no puede ser neutral, poesía temporal, comprometida y libre.

Elena Muñoz y la vibrante intensidad emotiva.

La palabra poética, salvo excepciones, adquiere un relieve diferente leída en alta voz. Pocas veces esto es tan cierto como en el caso de Elena Muñoz. Sus poemas en su voz vibrante y emocionada resuenan intensamente. Pocas veces la expresión "poesía lírica" cobra sentido como en su caso. Sus cuerdas vocales son cuerdas de una lira cordial. Y nos atrevemos a decir que, escuchándola, recordamos aquella expresión machadiana: "unas pocas palabras verdaderas".

Ante tan buenas compañías, mi voz, que a veces se quiere enfática, puede acaso sonar retórica o huera. Ojalá sepamos sintonizar con la verdadera vibración cordial de las profundas voces de estos poetas amigos.

Javier Aguirre

Ciclo de Lecturas poéticas - Lagos, Irarrazabal, Petrón




Artículo sobre la lectura moderada por Jaime Medina en la que leyeron Cristian Lagos, Juan José Irarrázabal y Julio Petrón.