¿Por qué la Mesa de Escritores de la Araucanía asumió la denominación de Juan Pablo Ampuero?

¿Por qué la Mesa de Escritores de la Araucanía asumió la denominación de Juan Pablo Ampuero?

"Para las personas de nuestro Temuco que tienen mayor o menor proximidad al quehacer literario, la respuesta resulta obvia; porque es de toda justicia luchar por la pervivencia de una figura prócer del siempre arduo mundo de las letras."

Rafael Storni


miércoles, 29 de diciembre de 2010

L. A. Marín sobre Romería de Huenuán en T21





Por Luis Antonio Marín



Poco y nada sé de Juan Huenuán Escalona (Temuco, 1977), pues su irrupción en la escena literaria de la Región de la Araucanía –escena preñada de latifundismos, ninguneos e invisibilidades, también achacables a la falta de profesionalismo– fue hace apenas tres años, en el ya mítico festival de poesía “Violento sur”. No obstante, de él puedo afirmar que tiene el genio adusto (con algo de inmodestia calculada) y el corazón intenso de los hombres de su raza, que estudió historia y guitarra clásica y que acaba de publicar –en el auspicioso proyecto “Del Aire editores”, del publicista Gerardo Quezada y el periodista Óscar Mancilla– su primer libro, el poemario “Romería”. Libro cuyo contenido, gracias a los oficios del traductor Víctor Cifuentes, está también vertido en mapudungún.

Las 77 páginas de “Romería” están signadas por ese telúrico desgarro del primer Neruda: que es desamparo (“ese dolor amordazado de niebla que no leyó la plegaria de mi estaca / y no supo de la soledad que salía a mi encuentro, / cuando entré viril en la respiración del mundo / y quemé los cerros bajo los huesos”), pero también una vindicación proletaria como motor de la historia (“¿Qué hay en la visión de una rendija hacia la noche?... / ¿Mi pasión por los caballos ausentes? / Soy una rueda anciana. / El fuego que revivo en mi nostalgia sometida?”)... (“El hambre de los hijos es un pez oscuro, / devorando la sombra de los dioses”). Pero ese alarido nerudeano –que Huenuán parece oír desde la inercia posmoderna– no se articula desde un praxis política, sino más bien metafísica, emparentada con aquel surrealismo de viejo cuño que tanto aportó a la poesía, sobre todo en las imágenes (“la vértebra de la miseria / apaga su antorcha en los ojos de la niña”)… (“La panza de la noche abriste con guadaña / vaciándola de pueblos semejantes al silencio”).

Es así como el tema del despojo, del mapa roto de una estirpe, tan caro a la poesía mapuche, es tratado con una sutileza pocas veces vista (“Cuando el último semen hile su arruga y el ovario agote sus / exploradores del tiempo, un sillón vacío aguardará en mis cofres y, / ahí, contemplando la mala cosecha, temblarán extendidas las manos / llenas con escombros del imperio que no pude regalar”). Al anónimo hablante de Huenuán –ese infatigable peregrino, ese salteador de la memoria que rescata las voces que arden en la comarca– podemos situarlo en los dos últimos siglos. Pero tiene algo intemporal, anterior a los relojes y los metros. Y eso lo hace profundamente poético: (“Hay sombras que roen su destierro / Mirando el artificio de la industria. / Envejecen su lumbre como fiebres impuras. / Beben su miedo pasado de mate en mate, / Sentadas en la agonía de los troncos… Ellas, que consumen los relatos de la noche, / por alógeno serán vencidas, / hasta que las púas ardan y toda la luz se apague, / como en el caos fundador de la materia y los miedos”).

Nueva columna de Aníbal Barrera en T21


Hablando de maricones

Aníbal Barrera Ortega, Mesa de
Escritores “J. P. Ampuero”

El Servicio Nacional de la Mujer, Sernam, ha diseñado y publicado una audaz campaña
que tiende a anatemizar a los varones que ejercen violencia física sobre sus parejas femeninas. “Maricón es el que maltrata a una mujer” es el epítome de esa campaña.
La femenina iniciativa oficial ha contado con el entusiasta respaldo del homosexualismo institucional chileno que, en palabras de su patético dirigente
Rolando Jiménez, ha expresado que (esa campaña) “llama las cosas
por su nombre y además, desde nuestro punto de vista, se hace cargo de una resignificación cultural, social y ética que hay en la sociedad chilena
respecto al concepto ‘maricón’”.

Pero el escritor Pablo Simonetti –explícito homosexual–, quizá si por motivaciones profundas de raigambre social, no se ha plegado al entusiasmo de sus pares institucionalizados. Afirmó que la palabra ‘maricón’ tiene un trasfondo de represión y de discriminación y que, por lo tanto, “(la) debiéramos desterrar, sobre todo
desde el punto de vista de las campañas públicas”.

Habemos personas que confiamos en la solvencia de la Real Academia Española para componer controversias. En su Diccionario entrega dos
acepciones del vocablo ‘maricón’: la primera –y, por serlo, la más pertinente–
establece que hace referencia al “varón afeminado u homosexual”; y
puede ser empleada como sustantivo o adjetivo. La segunda es un “insulto
grosero con su significado preciso o
sin él”.

Puede asumirse que es posible que la campaña orquestada por el Sernam rinda frutos en términos de lograr un mayor descrédito social de la violencia física ejercida por varones en contra de mujeres, pero se está en presencia de una falacia. Si nos interesa realizar un básico ejercicio de análisis semántico, hemos de entender que no
sólo los golpeadores de damas merecen ese calificativo: lo merecen por
antonomasia los varones homosexuales y, en una perspectiva lingüística que se llama extensión, todos aquellos seres humanos de sexo masculino que por una u otra vía renunciaron a su compromiso y dignidad de tales. Si se prefiere, a los varones que incurren en mariconadas.

Los señores Jiménez y Simonetti podrán seguir disparatando como puedan o como se les antoje: mal que mal vivimos en un estado de derecho que garantiza la libertad de expresión... Pero bien se le puede pedir al Sernam una mayor altura de miras en sus legítimos esfuerzos por erradicar la violencia física masculina en contra de
las mujeres. No es plausible llegar y confiar sin más ni más en los “creativos”
publicitarios: con no poca frecuencia incurren en mariconadas.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Otros lares

Les invito a un paseo por otros lares, el primer libro es una antología de poetas vascos y cubanos. El segundo, unas páginas de la decana de las revistas vascas de literatura, que ofrece todos sus números menos los dos últimos para leer y descargar libremente (http://www.zurgai.com)



domingo, 12 de diciembre de 2010

Para qué leer


Columna de Jorge Ruedlinger en Tiempo21

martes, 7 de diciembre de 2010

Los juegos mudados




Presentación de Los juegos mudados.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Presentación de "Epicentro poético" en Tiempo21






No sé qué tantas sacudidas pudo causar este supuesto epicentro, acaso alguna leve conmoción silenciosa.


Aquí, la parte de la antología correspondiente a Javier Aguirre Ortiz (pulsar en el documento para ver ampliado):


Aníbal Barrera sobre la Teletón




Clic sobre la imagen para leer la columna.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Presentación de Romería de Juan Huenuan en Temuco

ROMERÍA, DE JUAN HUENUÁN






Una romería es una peregrinación, o un viaje, que se hace por devoción a un lugar sagrado. En Romería, este primer libro de poemas de Juan Huenuán, esta peregrinación es hacia el lugar sagrado de los orígenes y lo único que puede conducirnos hacia ese lugar es la memoria.
La memoria -y sobre todo la memoria poética- no trabaja en forma lineal. Recorre caminos sinuosos, escarpados, trabaja dura y esforzadamente por llegar a su destino.
La primera parte del viaje de este romero es RALEA, que corresponde a la raza, casta o estirpe de una persona.
Ya en el primer poema, el primer mensaje, el poeta aclara que su obstinación es mojarse en el viaje, escuchar las voces que le hablan desde las cenizas, conocer la derrota de los más ancianos que llevaron su nombre y plantearse el objetivo :”He de escuchar quién habla por esta voz que soy. He de encontrarme en esta romería”. Hay voces ancestrales tras esta voz, pero también está la necesidad de encontrar la propia voz, de encontrarse en medio de las contradicciones y si bien puede no encontrarse una respuesta clara y contundente, al menos debe enfrentarse a pecho descubierto con las dificultades de la travesía.
El recorrido no es fácil, la peregrinación no es apacible y el lenguaje se corresponde con esta dificultad, con este rigor: hay que dar vuelta las palabras, estrujarlas, y Juan Huenuán lo hace a mandobles, a hipérbatos que bien pueden remontarse a los clásicos españoles o al habla mapuche. Ahí, aquí, está la mezcla turbulenta de las sangres y las lenguas, tironeada la palabra de un lado y de otro. Hay brasas, cenizas, hay fuego, todo en una suerte de violento génesis.
La segunda parte de este libro es la que le da el título : Romería. Aquí es donde se llega al lugar o los lugares que anda buscando el peregrino, que avisa su llegada silbando desde una cuesta, pero tampoco es un lugar seguro. Ni siquiera está la certidumbre de haber llegado: “ Y te lamieron los ojos para que vieras/ el tiempo doloroso de su fe/ como una escarpia encendida/ iluminando la osamenta/ de lo que una vez amaste”. O el lugar, la Patria, ya no es lo que era, y parece ser un territorio abandonado y vencido: “las ánimas olvidan nuestra voz/ del cielo y reino bajo ya no hablan / solo migas comen de la mesa”. Los habitantes, distraídos, apagan el fuego de las casas y descuelgan la herradura de las puertas. Apagan el fuego de la memoria y comienzan a ser otros, despojados de la buena fortuna. El mapa se ha quebrado en las patas de la bestia y no hay un camino seguro que recorrer.
Entonces, a tientas, hay que avanzar y retroceder, caminar, emprender otra vez el viaje, mientras se ve “alejarse y acercarse las naciones”.
Y creo que ya es el momento de decirlo: no hay puerto, el destino es la contradicción, la voz propia es mestiza y como tal se asume, como tal se expresa, como tal habla.


Este es el primer libro publicado por Juan Huenuán y creo necesario decir que pocas veces el primer libro de un autor presenta la madurez poética que aquí podemos apreciar. Es un libro maduro, riguroso y honesto, que no hace concesiones al lector y que rehúsa entregarse al pintoresquismo facilón o a acogerse a una onda más o menos rentable. Poesía pura y dura, sin remilgos ni platerías. Ese es, creo, el camino que Juan Huenuán ha recorrido. Queda siempre el desafío por delante: perseverar, aunque nunca el camino esté alfombrado de pétalos de rosa. Amplificar la voz, aunque los oídos no siempre estén dispuestos a escuchar. Seguir navegando en sus mares tempestuosos, pero manteniendo firme el timón. Puede que no se llegue a ningún puerto, pero en el viaje está la poesía.

Guido Eytel










La presentación del poemario de Juan Huenuan Romería tendrá lugar mañana viernes 3 de diciembre a las 11:30h en la sala Enrique Eilers del Museo Regional, Avenida Alemania 084

--------------------------------------------------------------------------------


La presentación estará a cargo del escritor Guido Eytel.
Tras el cierre del lanzamiento habrá un vino de honor.
Los esperamos.

Romería ya es parte Del aire