¿Por qué la Mesa de Escritores de la Araucanía asumió la denominación de Juan Pablo Ampuero?

¿Por qué la Mesa de Escritores de la Araucanía asumió la denominación de Juan Pablo Ampuero?

"Para las personas de nuestro Temuco que tienen mayor o menor proximidad al quehacer literario, la respuesta resulta obvia; porque es de toda justicia luchar por la pervivencia de una figura prócer del siempre arduo mundo de las letras."

Rafael Storni


jueves, 28 de octubre de 2010

Confesión de un Antropólogo

Cuento enviado al concurso del Diario Austral Temuco bajo el nombre de Confesiones Cacofónicas, en mi primer aporte al blog de la mesa, espero que les agrade.
Marcelo Herrera Villagra
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Temuco, 19 abril 1954

A mis lectores, nunca creí que la lluvia y los zumos del pehuén pudieran dar tanta claridad de pensamiento, sobre todo cuando se aprehende las tradiciones del pueblo Pehuenche. Como antropólogo vivo alrededor de unos tres años en Temuco y desde que tome la tutela de una hermosa niña llamada Gracia, asisto a unas ceremonias ritualisticas de una pequeña comunidad de la cual se me prohíbe dar nombre y ubicación. Lo que narrare a continuación, fue una visión que tuve en la última ceremonia y desde entonces ya no soy tutor de Gracia, entenderán por que al final.

Acorralado en el recuerdo de esos ojos desperté con un mudo grito atrapado en la garganta. Su nombre era Alma, codiciada por los hombres y por querubines bendecida. Una mujer hecha en diamantes, clara y transparente como el agua, divina simplemente. Me sentí afortunado cuando me hablo; sus ojos brillaban y mi cuerpo enmudeció, mariposas revoloteaban en torno a nuestras figuras, y cuando nuestros ojos se toparon, mi sangre se helo, mi corazón se acelero y ambos podíamos escuchar la armoniosa música de nuestros sentimientos vibrando al unísono. Sin dejar de ver sus ojos, cuando sus labios se posaron sobre los míos, caí rendido ante el encanto de sus irremediablemente perturbadores y enamorados ojos, y supe que me decía con ellos que me amaba, pero además otro mensaje venia en su mirada con misteriosa dulzura.
Con el paso del tiempo, nos casamos en la catedral de Temuco, fue algo muy intimo, solo fueron familiares y amigos; sus ojos brillaban con tal intensidad que hicieron resplandecer toda la iglesia…
La vida era feliz junto a ella, a su lado los problemas no existían, y cualquier aflicción desaparecía con solo tenerla junto a mí. Dos años de mucho amor pasaron y nuestro primer retoño floreció, Gracia fue su nombre. Sus pequeños ojitos me hacían soñar con otros mundos que jamás antes soñé, mundos indescriptibles, matices de voces, música plasmada en vividos colores, siempre soñaba con esos mundos después de ver los ojos de Gracia. Pero los ojos de Alma adquirieron otra tonalidad después del nacimiento de nuestra hija, de un claro celeste a un raro gris azulado, mas el misterioso encanto no desapareció, sino más bien tomo un tinte hierático aun más que antes. Pasaba tardes enteras observando a hurtadillas los ojos de mi esposa para no incomodarla, pero cierta noche, después de haber visto los ojos de Gracia toda la tarde, contemple los ojos de mi amada como en un trance, ella no quito sus ojos de los míos, y como si quisiera preguntarme algo se arrimo hacia mi tiernamente y tapo toda intención de respuesta con un beso, un beso extenso que termino en una jornada de agotadora pasión; ya en el sueño, unos ojos me atormentaron en múltiples e infinitas formas, me perseguían, no me dejaban descansar ni un solo instante, pedí al Señor un respiro, pero ya no fueron dos los ojos que me atormentaban y casi pululaban en derredor mío, ¡sino cuatro!, que terribles visiones, mi carne se desgarraba con cada mirada de esos ojos, ¡mi espíritu se hacia jirones!, de mis propios ojos nacían dos ríos de sangre, y la cálida luz que manaba de esos espectrales ojos flotantes se derramaba por completo en la sangre, dando una macabra ambientación a la escena, sentía como esos ojos libaban la vida, me hacia sudar, pero sudaba algo parecido al amor; el calor y la sangre hacían nauseabundo el aire de lo que se podía llamar habitación, sentí que moría, pero cuando la muerte me alcanzaba, recordé donde había visto esos ojos, cerré mis parpados y desperté agitado y en un lugar que no era mi habitación. Era un cuarto blanco, la gente que andaba de pie vestía de blanco invierno, por lo que comprendí que eran enfermeras y doctores, y todos pasaban mirándome como un bicho raro, quise hablar, pero no pude, trate de moverme pero por mas que me esforcé no pude zafarme de mis ataduras, y en un incontrolable frenesí aparecieron nuevamente aquellos vacilantes ojos, aterradores y perversos, me enloquecían, ¿Dónde estoy?, y los ojos estaban continuamente frente a mi, me miraban como atacándome, ¡¡NO LOS SOPORTO!!, ¡déjenme en paz malditas miradas!, ¿¡Acaso ojos, con su mirada con capaces de ver nada!?, ¡¡me duele!!. Dos días y noches, y esos ojos no me dejaron tranquilo ni despierto… Y tuve que simular que todo estaba bien para poder volver a mi casa a caminar y moverme a placer por ella. Cuando le dije a los doctores que las visiones de esos ojos ya no me atormentaban mas, mi esposa y encantadora hija me esperaban en el umbral del hogar. Una vez en el interior de la casa de ensueños que habíamos formado Alma y yo, supe con premeditación como seria el final del día. Caminamos por los jardines de la propiedad compartiendo alegóricas fantasías sobre nuestro futuro, y de la nueva oportunidad que me brindó la medicina.
… La cuenca de sus ojos estaba vacía y dos ríos de sangre manaban de su cara formando charcos carmesí en el piso, su cuerpo no emitía sonido alguno, pero aún respiraba, el bebé lloraba en su cuarto, a ella no pude tocarla.
Un par de ojos custodiaban la puerta principal mientras dormía, desperté acorralado en el recuerdo de esos ojos, y tranquilamente tome el revólver de mi buró, y con un mudo grito atrapado en la garganta por el cañón del revólver, apague la luz del recuerdo de esos ojos sin alma…

1 comentario:

  1. por una mirada un mundo... un buen cuento, in crescendo, tiene un aire a Poe, me gustó.

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