¿Por qué la Mesa de Escritores de la Araucanía asumió la denominación de Juan Pablo Ampuero?

¿Por qué la Mesa de Escritores de la Araucanía asumió la denominación de Juan Pablo Ampuero?

"Para las personas de nuestro Temuco que tienen mayor o menor proximidad al quehacer literario, la respuesta resulta obvia; porque es de toda justicia luchar por la pervivencia de una figura prócer del siempre arduo mundo de las letras."

Rafael Storni


miércoles, 29 de diciembre de 2010

Nueva columna de Aníbal Barrera en T21


Hablando de maricones

Aníbal Barrera Ortega, Mesa de
Escritores “J. P. Ampuero”

El Servicio Nacional de la Mujer, Sernam, ha diseñado y publicado una audaz campaña
que tiende a anatemizar a los varones que ejercen violencia física sobre sus parejas femeninas. “Maricón es el que maltrata a una mujer” es el epítome de esa campaña.
La femenina iniciativa oficial ha contado con el entusiasta respaldo del homosexualismo institucional chileno que, en palabras de su patético dirigente
Rolando Jiménez, ha expresado que (esa campaña) “llama las cosas
por su nombre y además, desde nuestro punto de vista, se hace cargo de una resignificación cultural, social y ética que hay en la sociedad chilena
respecto al concepto ‘maricón’”.

Pero el escritor Pablo Simonetti –explícito homosexual–, quizá si por motivaciones profundas de raigambre social, no se ha plegado al entusiasmo de sus pares institucionalizados. Afirmó que la palabra ‘maricón’ tiene un trasfondo de represión y de discriminación y que, por lo tanto, “(la) debiéramos desterrar, sobre todo
desde el punto de vista de las campañas públicas”.

Habemos personas que confiamos en la solvencia de la Real Academia Española para componer controversias. En su Diccionario entrega dos
acepciones del vocablo ‘maricón’: la primera –y, por serlo, la más pertinente–
establece que hace referencia al “varón afeminado u homosexual”; y
puede ser empleada como sustantivo o adjetivo. La segunda es un “insulto
grosero con su significado preciso o
sin él”.

Puede asumirse que es posible que la campaña orquestada por el Sernam rinda frutos en términos de lograr un mayor descrédito social de la violencia física ejercida por varones en contra de mujeres, pero se está en presencia de una falacia. Si nos interesa realizar un básico ejercicio de análisis semántico, hemos de entender que no
sólo los golpeadores de damas merecen ese calificativo: lo merecen por
antonomasia los varones homosexuales y, en una perspectiva lingüística que se llama extensión, todos aquellos seres humanos de sexo masculino que por una u otra vía renunciaron a su compromiso y dignidad de tales. Si se prefiere, a los varones que incurren en mariconadas.

Los señores Jiménez y Simonetti podrán seguir disparatando como puedan o como se les antoje: mal que mal vivimos en un estado de derecho que garantiza la libertad de expresión... Pero bien se le puede pedir al Sernam una mayor altura de miras en sus legítimos esfuerzos por erradicar la violencia física masculina en contra de
las mujeres. No es plausible llegar y confiar sin más ni más en los “creativos”
publicitarios: con no poca frecuencia incurren en mariconadas.

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