¿Por qué la Mesa de Escritores de la Araucanía asumió la denominación de Juan Pablo Ampuero?

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"Para las personas de nuestro Temuco que tienen mayor o menor proximidad al quehacer literario, la respuesta resulta obvia; porque es de toda justicia luchar por la pervivencia de una figura prócer del siempre arduo mundo de las letras."

Rafael Storni


viernes, 23 de abril de 2010

TRISTE SENSACIÓN DE UN MONÓLOGO MAL INVERTIDO

Por Claudio Maldonado

Los ruidos de la ciudad, chuchillos de una soledad que construí decepcionando a todos lo que sentían por mi un amor. Compré un kilo de pan y una cerveza en tarro. Tomé el tazón sin orejas y piqué las migas en la espuma. Invierno de 2008. Soy un estudiante de Segundo Medio, mis abuelos nacieron pobres y mis padres están tranquilos en su desconcierto. Ella no pudo ser la peluquera que soñaba en los ochenta. Mi padre es el mediocre de la historia, si tan sólo fuera un borracho de película norteamericana, con televisor para el fútbol y consejos de fanfarrón. Pero no, él es el fantasma que siempre ha caminado en la nada, pasillos silenciosos, sonidos de monedas que no alcanzan a reventar en puños ambiciosos. Las mañanas son moradas, al salir de casa imagino las tristezas de mis profesores, la enfermedad, la fatiga, la demoníaca sensación de arar en el mar. Todos estamos en la sala invisible, no hay mujeres ni hombres que despierten en mi la flor de un diálogo verdadero. Tengo 14 años y he sido siempre una momia a la espera de alguna emoción. Hay zanjas naturales para la desolación, la depresión que todo lo cura socialmente, la rebeldía que a susurros es valorada en secreto por los monos de la moral, la alegría de ser natural y libre en un mundo que gotea día a día pastillones de vejez. Los cuadernos que formaron montañas de preguntas mal hechas aún están en las cajas de la leñera, la comida de los plásticos añejos es el único recuerdo que me llevó hacia el futuro. Ardiendo, ardiendo un soplo que no arranqué. Compré un kilo de pan y una cerveza en tarro. Afuera hay unas camionetas con figuras de payasos, quieren ser alcaldes, concejales, quieren que estreche su mano, quieren que me vista de arlequín, para tener recuerdos cuando ya mi pobreza sea adulta y mi cerebro un membrillo anestesiado. Tantas palabras para nada. Invierno de 2008, cielos nebulosos, monedas que se agitan, fatiga demoníaca y una triste sensación de un monólogo mal invertido.

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